La Historia de Cómo Implantaron Un Biochip en mi Cuerpo

Me desperté con una curita pegada en el dorso de mi mano. Cubría una pequeña herida entre mi pulgar y mi dedo índice. Tuve un momento de confusión, ¿dónde había

Me desperté con una curita pegada en el dorso de mi mano. Cubría una pequeña herida entre mi pulgar y mi dedo índice. Tuve un momento de confusión, ¿dónde había estado ayer y había pasado conmigo? No lo recordaba.

Lentamente, una secuencia de eventos comenzó a aparecer en mi mente. Flashes, una multitud gritando, el aroma acre de los antisépticos, un hombre tatuado con una inyección en su mano.

“Bueno, no hay vuelta atrás, querías cambiar el mundo, ahora debes hacerlo”, pensé. Así fue como terminé con un biochip NFC debajo de mi piel en tan sólo unos minutos.

Sí, por Hollywood, así es como se supone que debe verse:

En realidad, no fue tan fácil. Ese fue mi primer descubrimiento en este experimento. Para implantar este chip, se necesita un inyector especial con una aguja de 3mm. Lo cual es mucho decir.

No me dieron ninguna anestesia. El maestro de la perforación tan sólo mostró una sonrisa radiante y dijo algo como: “No te dolerá si tienes un buen par de bolas. ¡Aquí vamos!” Mientras trataba de comprender lo que acaba de decirme, descubrí que mi mano ya estaba siendo inyectada. En un momento dado sentí podía oír el sonido desagradable de una aguja de acero haciendo su trabajo debajo mi piel.

implantator

Un buen implantólogo…

El procedimiento completo tomó menos de 5 segundos. En términos de dolor, la intervención podría compararse a una extracción de sangre… de la punta del dedo, de la vena y del trasero, al mismo tiempo. Así que, un poco de anestesia local hubiera estado bien. Para la próxima, quizás.

Sí, definitivamente habrá una próxima vez. Más que nada porque es bastante obvio que la lista de problemas asociados a esta tecnología será como un rollo interminable de papel que se extenderá hasta una “galaxia muy, muy lejana”. Por lo tanto, con el fin de resolver la mayoría de estos problemas, se tendrá que desarrollar una nueva generación de chips, cuyas actualizaciones se basarán, en la mayoría de los casos, en los comentarios de los primeros usuarios.

Para aquellos que han estado desconectados en los últimos días y escuchan sobre este tema por primera vez, les cuento: varios días atrás, en la Cumbre de Analistas de Seguridad 2015 (SAS 2015), conferencia en la que participan los más grandes expertos en seguridad de la información del mundo, se les implantó a varios empleados de Kaspersky Lab un pequeño chip debajo de la piel.

Hubo dos voluntarios: el jefe del Departamento de Relaciones Públicas de Kaspersky Lab en Europa, Povel Torudd, y yo.

che-leaving-2¿Cómo es el chip? Se trata de un microdispositivo (12×2 mm) capaz de almacenar hasta 880 bytes y que les brinda a las personas la posibilidad de interactuar con la tecnología que los rodea: smartphones, laptops, cerraduras electrónicas, terminales de pago de transporte público y demás aparatos del universo IoT (Internet de las Cosas). Todas estas interacciones son Wireless y diseñadas para funcionar a través del tacto.

Es posible que yo sea, de alguna manera, el primer organismo cibernético ruso respaldado por una enorme organización con un interés inmediato en los resultados de esta prueba.

La decisión de “chipearnos” la tomamos tres meses antes de que se celebre la SAS 2015. Estábamos haciendo lo típico: bebíamos cerveza en un bar y discutíamos la evolución de Internet, sus grandes ventajas y otras tantas desventajas, tales como las tecnologías obsoletas que aún hoy existen porque “uno simplemente no entra caminando a Mordor”, frase que acuñó Neil Stevenson en la conferencia “Cryptonomicon”.

¿A qué apunta la frase? Bueno, la realidad marca que la vieja tecnología es universalmente comprendida por aquellos que necesitan comprenderla, y funciona bien de esa forma. Todas las tecnologías electrónicas son creadas en esos términos. Entonces, ¿para qué cambiar una fórmula que funciona, no? Especialmente cuando tus márgenes de ganancia son tan pequeños que sólo pueden detectarse con técnicas de mecánica cuántica y cualquier fallo en la compatibilidad vis à vis con los viejos dispositivos podría mandar tu compañía directo al retrete.

Por ejemplo, hemos usado las contraseñas como factor de autenticación por años, pero lo cierto es que ahora son prácticamente obsoletas. Todos los que pertenecemos al mundo de la seguridad de la información sabemos esto.

Volviendo a nuestra historia: Povel y yo estuvimos conversando hasta muy tarde e hicimos un pacto. Decidimos que tomaríamos el toro por las astas y cambiaríamos el mundo para bien de una forma radical e interesante. Nos prometimos que usaríamos nuestra propia experiencia para demostrar las innovaciones. Nadie nos forzó a implantarnos los chips, ni tampoco nos pagaron más dinero por participar en este experimento. Lo hicimos voluntariamente.

Realmente estoy interesado en conocer la sinergia que podría producirse entre un organismo vivo y una computadora, un vínculo que, según mi percepción, será inevitable en el futuro. El problema es que, desafortunadamente, la mayoría de las tecnologías modernas se desarrollan obviando las exigencias de seguridad y privacidad.

Los ejemplos son abundantes: David Jacoby, uno de los investigadores de Kaspersky Lab en Europa, fue capaz de hackear los dispositivos conectados de su propia casa en poco tiempo.

De todas formas, una máquina de café o un Smart Tv no puede compararse con el cuerpo humano. Me sumé a este proyecto con el objetivo de entender las ventajas, desventajas y vulnerabilidades de este tipo de tecnologías, y para poder desarrollar los métodos de protección apropiados para estas tecnologías.

Tengo la esperanza que, de esta manera, podré evitar que mis descendientes se vuelvan víctimas de cibercriminales biónicos, los cuales aparecerán tarde o temprano.

En teoría, estos chips podrán ser utilizados para abrir oficinas, casas, autos, controlar billeteras virtuales y desbloquear dispositivos sin la necesidad de contar con una contraseña. De hecho, si la tecnología evoluciona sustancialmente, pronto las contraseñas estarán extintas.

Además, el chip seguramente podrá utilizarse también para almacenar datos personales críticos, como registros médicos, datos del pasaporte, etc. No hace falta decir que, si esta información necesita ser divulgada, cada usuario tendrá que saber quién está accediendo a ella y por qué.

Aquí escribí una pequeña lista de lo que, a mí entender, son los cinco objetivos principales de este experimento:

  • Entender qué tan confortable es caminar llevando una minicomputadora debajo de mi piel. En este punto, son importantes las experiencias físicas y psicológicas.
  • Evaluar el potencial de esta nueva tecnología y sus posibles usos en el corto y largo plazo.
  • Definir las desventajas de esta tecnología: posibles fallas y amenazas potenciales que podrían surgir en el futuro.
  • Evaluar las implicancias legales, sociales y religiosas.
  • Y, finalmente, elaborar un documento detallado de “preguntas frecuentes”.

Me comprometo a poner todo mi esfuerzo en responder el 100% de las preguntas que ustedes me hagan aquí, sin limitaciones. Creo que ese es el objetivo más importante que quiero alcanzar, así que discutamos y debatamos, aunque con una condición: deberá primar el respeto mutuo de todas las opiniones y la apelación a hechos concretos para apoyar sus puntos de vista. Las groserías y el trolling serán prohibidos.

La próxima entrada del blog estará dedicada al tema de la elección de un lugar adecuado para implantarse un biochip, así como mi primera experiencia en la auto-programación.

Sinceramente,

CHE

PD: Todos los posteos del blog y los tuits sobre este experimento pueden buscarse en las redes sociales bajo el hashtag: #BionicManDiary

 

Traducido por: Guillermo Vidal Quinteiro

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