Coches Autoconducidos ¿Sueño o Realidad?

La tecnología evoluciona de forma tal que resulta difícil predecirla. Basta con trasladarse a 1960, época en la que se creía que en el siglo XXI los androides ayudarían a

La tecnología evoluciona de forma tal que resulta difícil predecirla. Basta con trasladarse a 1960, época en la que se creía que en el siglo XXI los androides ayudarían a los seres humanos con sus tareas cotidianas. Hoy,  medio siglo después, dicha visión se hizo realidad, aunque sólo de forma parcial. Existen robots, sí. Pero sólo son capaces de realizar tareas domésticas sencillas.

Al parecer los coches auto-dirigidos parecen venir por el mismo camino. Así, las personas podrían, por ejemplo, subirse a su auto por la mañana, tomar desayuno y leer el periódico mientras se dirigen a su lugar de trabajo. Es una manera inclusiva -para niños, ancianos y discapacitados- de pensar el futuro de la industria automotriz. Por otra parte, explican los expertos, con la incorporación de coches auto-piloteados se reduciría la cantidad de accidentes y el tráfico en las calles fluiría sin interrupciones.

Lo anterior ¿es idílico, cierto? Quizá sí. Pero también es lógico que queramos saber en qué momento se transformará en realidad.

Pronosticar cuándo se concretará la comercialización de vehículos automatizados por primera vez es una suerte de lotería para los mercadólogos

Pronosticar cuándo se concretará la comercialización de vehículos automatizados por primera vez es una suerte de lotería para los mercadólogos. El cofundador de Google Sergey Brin ha dicho que lo anterior comenzaría en 2017, mientras que Carlos Gohn, líder de Renault-Nissan, apuesta por el año 2020.

Para ser honestos, tales previsiones no traerán nada sustancial, más allá de potenciar el carácter innovador y visionario de las empresas. Los futuristas están de acuerdo en que la capacidad de auto-conducir coches estaría, en principio, limitada a situaciones específicas, lo cual significa que los conductores podrán mantenerse lejos del volante sólo en algunos casos y deberán permanecer constantemente en alerta, listos para asumir el control en cualquier momento.

Algunos ajustes realizados recientemente a ciertos coches (por ejemplo, los que se hicieron a los Tesla Model S y de Mercedes-Benz) han hecho posible la realización de cruces sin manipulación por parte del conductor , utilizando el control de crucero activo (una pieza ya obsoleta en términos tecnológicos ) y el sistema de dirección que permite mantener el vehículo dentro del carril de conducción mediante la detección de señalización vial, así como los patrones de tráfico en aquellos casos en los que las rayas del asfalto no sean legibles.

Los coches –no sólo los costosos, sino los económicos como el Ford Focus- podrían ser estacionados de forma casi totalmente automatizada. Y fabricantes masivos como Volvo han estado ofreciendo autos con sistemas de freno que detectan ciclistas y peatones desde hace ya algunos años.

Puede que parezca que todos los elementos del rompecabezas están allí para lograr armar un sistema que permita la conducción de autos sin piloto. Pero no es así. Los fabricantes de coches afirman que dichas funcionalidades están hechas para ayudar al conductor, pero no para sustituirlo. Para lograr “al gran paso”, la industria necesita tiempo y esfuerzo y una percepción pública acertada.

Entonces, ¿Qué podemos esperar para el 2020? Probablemente nada nuevo. Es cierto que los automóviles serán cada vez más “inteligentes” y, seguramente, los conductores estarán cada vez menos involucrados en lo que a conducción se refiere. Pero esto no significa que, en unos cuantos años, uno podrá abandonar el volante y acostarse a dormir. Después de todo, si el robot que controla el automóvil cometiera un error y provocara un accidente, el único responsable sería el usuario.

Los optimistas de estas tecnologías constantemente hacen referencia al prototipo de vehículo automatizado de Google. “Es el futuro”, dicen. Sin embargo, este futuro se presenta o bien como un futuro muy distante o como un producto que jamás tendrá un alcance masivo, al menos en el mediano plazo.

El problema aquí es que el automóvil robot de Google no está preparado para funcionar en cualquier lugar. Para que el auto funcione correctamente necesita un mapa 3D muy actualizado y detallado, cosa que los mapas de navegación satelital estándar no ofrecen.

Google crea este tipo de cartografías en tres dimensiones gracias a automóviles especiales de mapeo, pero el proceso de captura es complejo, costoso y requiere de muchísimo tiempo. Incluso en Estados Unidos, en donde las calles y rutas están perfectamente documentadas, este proceso podría llevar años en completarse. Y ni hablar de los constantes cambios en infraestructura que tienen lugar casi diariamente: señalizaciones nuevas, calles, semáforos, etc. En este sentido, un auto robot podría tranquilamente pasar una señal de “alto” agregada recientemente que no forma parte de su base de datos.

Por otra parte, es necesario hablar de las limitaciones que, además de lo ya mencionado, tiene el automóvil de Google en su estado actual. Hoy en día, el prototipo de auto inteligente de Google no está preparado para conducir bajo la nieve o durante una tormenta fuerte; no está diseñado para esquivar imperfecciones en el camino; no es capaz de diferenciar entre una caja de cartón y un bloque de concreto en la carretera y no está preparado para reaccionar frente a una situación inesperada.

Pensemos en el siguiente ejemplo: una pelota que pasa botando por el camino y un niño que se lanza a la calle corriendo tras ella. Si bien es posible incluir en el sistema del automóvil un algoritmo que contemple esta posibilidad específica, nunca se podrían abarcar todas las posibles emergencias. De hecho, uno de los pilotos automáticos de Google falló en una prueba en la que una anciana en silla de ruedas se cruzó en el camino por seguir un pato. Lo cierto es que ningún programador podría imaginar que una situación así se diera en la vida real.

En esencia, es por esta razón que ninguno de los proyectos actuales de automóviles que se conducen solos podría comerciarse de forma masiva en los próximos años. Hoy en día, estos automóviles sólo funcionan correctamente en ambientes cerrados y controlados.

Para que estos coches puedan utilizarse en la vida real, es necesario desarrollar autopistas inteligentes interconectadas con los automóviles a través de redes inalámbricas en las que los automóviles puedan compartir entre sí informaciones de velocidad y maniobras y recibir información de señalizaciones, cambios de dirección y potenciales peligros en el camino.

Obviamente, para que todas estas tecnologías puedan desarrollarse y ponerse en práctica, tendrán que pasar muchos años. Pero, además, no debemos olvidarnos del punto más importante: para que esta tecnología pueda convertirse en parte de nuestra cotidianidad será imprescindible una garantía de absoluta estabilidad y seguridad.

 

Traducido por: Maximiliano De Benedetto y Guillermo Vidal Quinteiro

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